Cada vez que la temperatura sube unos grados entusiasmadas nos tiramos de cabeza en cajones, placares y armarios en busca de aquel vestidito liviano, esa remerita corta o ese saquito de lino que compramos el verano pasado y salimos despechugadas a caminar la ciudad con el entusiasmo de una adolescente hasta que una sudestada trae nuevamente viento y frío y tenemos que volver a enfundarnos en un abrigo antes de pescar virus variopintos. Hay que esperar a que pase con tiempo la tormenta con nombre de santa y recién entonces el calorcito estará asegurado.
A nosotras nos gusta decir que, a diferencia de los shoppings, en nuestra tienda la primavera empieza el 21 de septiembre. Nos gusta sentir que hay un espacio donde las cosas duran lo que tienen que durar porque nos desencanta adelantarnos demasiado a las celebraciones. Hay algo de mustio automatismo en armar arbolitos en octubre o empezar a comprar tapados en febrero... Después de todo, ¿quién nos corre?... Si hace frío hay que disfrutarlo mientras dure, y cuando llega el calor celebrarlo, que de eso se trata la Vida.
Por eso es que queremos contarles que desde hace una semana ya tenemos los vestidos de flores de los que les hablamos durante el invierno. ¿Que si son lindos?... ¡Son divinos!