Los interminables botones forrados de la chaqueta en frente y puños, aunque no cumplían la función práctica de unir dos partes, lo hacían visualmente con unos ojales primorosos en el mismo género.
El conjunto en tupido jersey turquesa, absolutamente sesentas, estaba cosido con los chiches y detalles de la alta costura pero diseñado para alguien con personalidad, que no le tuviera miedo al fino equilibrio entre sentirse confortable y marcar las formas.
Le tomó su tiempo, pero un día llegó su enamorada y se lo llevó!... Lo vamos a extrañar, pero sabemos que en manos de Lucrecia tiene una vida interesante por delante. Porque como decía Diana Vreeland:
“Un vestido nuevo no te conduce a ninguna parte. Lo que importa es la vida que llevas con ese vestido”.